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El Paititi.

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Salen de Quito.

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Viaje de regreso.

Cuando se trocó
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Se confirma
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Se esclarezca la ubicación de nuestro Imperio y de las tribus que lo conformaron, para que reparen nuestras academias los errores cometidos que son funestos, para la arqueología presente y futura del Perú, Ecuador, Brasil, Venezuela y Colombia.

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Gracias por su visita.

Gilda Mora.

 

Juan Recio de León.

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El presente documento lo tenemos gracias al investigador Pablo Cingolani quien lo desempolvó de archivos existentes en Bolivia y actualizó el nombre de algunos ríos y lugares, para darlo a conocer y facilitar la lectura.

200.87.19.235/bvic/Captura/upload/DesApo3.pdf

Documento del año 1623 escrito por Recio de León:


[f. 87] Breve relación de la descripción y calidad de las tierras y ríos de las provincias de Tipuane, Chunchos y otras muchas que de ellas se siguen del gran reino de Paytite de que es gobernador Pedro de Leaegui Urquiza, hecha por Juan Recio de León, su Maese de campo y lugarteniente de gobernador y Capitán General, Justicia Mayor y poblador de las dichas provincias con particular poder por su Majestad Católica.


Están las dichas provincias y reino de Paytite en la Américameridional que comúnmente llaman tierra firme, Nuevo Reino de Granada, Pirú y Chile, cuya costa corre de norte a sur apartándose al polo antártico de la equinoccial 53 grados en que está el estrecho de Magallanes y de la banda del norte, polo ártico, alcanza la dicha tierra 10 grados; hace división de los dichos reinos que españoles poseen y las provincias del Paytite (nuevo descubrimiento) una montaña y cordillera nevada que nace junto al río de la Hacha y acaba en los últimos fines del reino de Chile, no se aparta de la costa del sur por donde más se extiende la tierra más que tan solamente 70 leguas muy poco más o menos.

La grande y muy leal ciudad del Cuzco, cabeza de aquellos reinos está 12 leguas apartada de la cordillera al oeste y en 15 grados de la equinoccial al sur y en 18 de la de La Paz, dos leguas de la cordillera; entre estas dos ciudades está la provincia de Arexaca que hace frontera y raya con los bárbaros del dicho descubrimiento y por el pueblo de Pelechuco, último de ella al norte, junto a las minas de oro de Carabaya se hizo la entrada abriendo desde la dicha cordillera 20 leguas de camino hasta el asiento de los indios Mojos donde queda poblada la villa de San Juan de Sahagún con 34 españoles vecinos y en ella un convento con tres religiosos sacerdotes de la orden de San Agustín con título y nombre de San Juan de Sahagún.

Desde esta dicha villa abrí doce leguas de caminos de cerros y montañas hasta el valle de los indios Suañas a donde se juntan [f. 87v.] dos ríos que nacen de la dicha cordillera, que el que llevé a la mano derecha hasta esta junta se llama Pelechuco y el de la izquierda Choquata (hasta aquí corren estas aguas al este); de aquí para adelante lo llaman a este río Toyche (lleva la vuelta del nordeste). Pasé en balsas estas juntas y caminando al rumbo que traigo al este desde donde fui abriendo otras 20 leguas de camino hasta llegar al famoso valle de Apolobamba, las primeras seis leguas de laderas altas, temple fresco, y las 14 de muy crecidas montañas. Tiene este valle 14 leguas de largo y 4 y 6 en parte de ancho y en lo último de él, en sitio abundoso de agua y leña, poblé la ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe con otros 30 españoles, que es la cantidad que su Majestad por sus ordenanzas manda. Gozan este valle las provincias de Lecos y Abachiles; abrí desde esta ciudad, caminando por el dicho rumbo 8 leguas de camino a donde hallé una montaña y cordillera pequeña, que desde ella a dos pueblos que llaman Uchupiamo e Yuarama, cabezas de 15 provincias de chunchos, hay 12 leguas que también se abrió el camino. En estos dos pueblos está fray Joseph García Serrano, Vicario Provincial de las dichas provincias y fray Baltasar de Buytrón, de la orden de San Agustín, en dos iglesias que fundamos con pilas de bautismo donde los dichos dos religiosos bautizaron antes que yo saliese de allá más de 60 caciques y principales, sin otra nueva cantidad de bárbaros. Estas dos iglesias están a la orilla del Toyche a la banda del este, tres leguas la una de la otra; y cuatro más abajo entra en este río otro mucho más caudaloso, corriendo del sudeste, que viene su nacimiento de muchos ríos de los reinos del Pirú, que son éstos Cochabamba, Ayopaya, Cabare, Caracato, el de la ciudad de La Paz, Simaco. Este pasa por la ribera de Tipuane, muy caudalosa de oro, todos los dichos ríos a 10 y a 20 y a 30 leguas las montañas adentro por el rumbo dicho se van juntando y 20 leguas más adelante de las 30 entran dichos dos ríos en éste, que llaman Lorca y Miguilla, y desde que estos dos entran en este grande río van las aguas apacibles por serlo ya la tierra desde que dichos ríos se juntan [f. 88] en una madre; hasta entrar en el Toyche tiene nombre de Diabeni, que en lengua de los naturales quiere decir junta de las muchas aguas.

En la junta de estos dos ríos por todas bandas hay maravillosos y crecidos poblados de indios y en las tierras que se extienden entre el nacimiento que traje desde la cordillera hasta esta junta y desde aquí hasta volver el Diabeni arriba a sus nacimientos dichos, están más de 15 provincias de chunchos de que es señor don Diego Amutare, escudero del gran Zelipa, al que mató el árbol, que fue quien nos llevó a su zona para que le defendiésemos de cuatro provincias que traían guerra con él y le obedecieron luego que llegamos. Don Diego Amutare y sus gobernadores don Carlos Ballesta que es su segunda persona y don Juan Apanilla tienen nombres de españoles por estar bautizados, tienen en cada provincia otro gobernador que por no ser cristianos tienen el mismo nombre de las provincias que gobiernan que son éstas: Espada, Chuquimaraní, Passari, Chayamón, Arabaona, Mayas, Mayajas, Marupa; los Marupas viven de 100 y en 200 juntos en galpones grandes.

De la gran cordillera del Pirú, sitio de Carabaya al norte hasta el de Vilcabambanacen estos ríos: San Juan del Oro, Aporomi, Sangabaa, Paucartambo, Andes del Cusco, Yucay, Vilcabamba y otros que no tienen nombre. Todos los cuales, cortando la cordillera al este, a trechos de cantidad de leguas se van juntando y acabadas las corrientes de las montañas hacen todos juntos en tierra muy llana una madre tan opulenta y extendida que no se determina el bulto de una persona de la una a la otra orilla; de aquí para adelante le dan los naturales nombre de Magno, que en su lengua quiere decir junta de muchas aguas; entra en el Toyche y Diabeni cincuenta leguas más al nordeste de la junta de los dos dichos. Hay entre éste y el Toyche, que viene siguiendo desde el principio de la entrada, otro tan grande pedazo de tierra y montañas como el de las provincias de los Chunchos; ocupan las montañas de esta parte haciendo frontera en Carabaya la provincia del Menico y corriendo al norte, haciendo frontera a todos los Andes del Cusco, Yucay y Vilcabamba, otras cuatro o cinco provincias de quien es señor el gran Tarano, y desde la junta del Toyche y Diabeni hasta la que hace con el Magno hay el más maravilloso valle de las 50 leguas dichas que hasta aquí se ha visto, tierras llenas de muchísima gente de que es señor Avama, [f. 88v.] el más famoso cacique que hasta hoy hemos conocido. No quedaba cristiano cuando yo salí, pero por las grandes ansias que tenía de serlo tengo por sin duda que lo es ya, de más de habernos hecho nuevas amistades.

Entré a este descubrimiento temeroso de que tanto número de ríos habían de encenagar la mayor parte de la tierra, pero hasta hoy no he topado una cuadra de tierra empantanada, sino la tierra más sana y seca que he visto en mi vida, llueve en toda ella cuatro o cinco veces del año, digo meses del año. Todas las tierras y indios hasta aquí declaradas son de las calidades, riquezas y frutos, ritos y ceremonias que se siguen.

Las 20 leguas primeras de la entrada hasta la villa de San Juan de Sahagún, el primer tercio de ellas es muy frío, tierras muy altas y quebradas de poca montaña, maravillosos pastos para el ganado de carga que se cría en el Pirú; y las demás hasta la villa de San Juan de Sahagún, son de montañas más cerradas, no tan quebrada la tierra, mejores temples. Hay mucho incienso y cañafistola y otras resinas, mucho algodón, zarzaparrilla en abundancia; fertilísima tierra que da una fanega de maíz de cosecha 300 y 400 en partes, y yo he cogido más de 450. No hay en esta parte naturales conocidos pero hay muy grande cantidad de indios cristianos del reino del Pirú, no hacen daño a los españoles de la entrada.

Desde esta dicha villa hasta los indios suañas y juntas de los dos ríos hay 12 leguas de más crecidas y cerradas montañas, pero mejores valles. Hay algunos indios naturales, aunque pocos y retirados de los del Pirú, entre ellos muchos, esta parte es tierra rica al oriente de las minas de oro de Carabaya, en sus ríos y quebradas se hallan infinitos granos de este metal y en las playas grandes lavaderos de oro; no es menos fructuosa la tierra que la de San Juan de Sahagún.

Desde la junta de los dos ríos Choquata y Pelechuco a la ciudad de Nuestra Señora de Guadalupe hay dos cerros poderosísimos: el primero, de oro, está a la salida de estos ríos que le llaman Mapulio que quiere decir cerro de oro; hállase en las quebradas de él nueva muestra de su riqueza, de más de las muchas cateaduras que los naturales hacen. Treinta leguas [f. 89] más adelante hay otro que llaman Chipulizani, es tierra más fría muy rica de plata por lo que los naturales de él dan a entender defendiéndole de la gente de otras provincias y poniendo pena de la vida los cabezas a los súbditos, que no digan a los españoles que hay plata en él; entre uno y otro cerro hay temples fríos, templados y más calientes, maravillosos pedazos de savanales; gozan de estas tierras las provincias de lecos y abachiles y también algunos de los chunchos las alcanzan.

De las 20 leguas que desde Guadalupe hay hasta las dos iglesias, son las 12 de una montaña más clara y seca que todas las pasadas, aunque no son las demás húmedas. Esta montaña clara tiene la mayor cantidad de los árboles de canela, nuez moscada, nogales de Castilla, cañafistola, bálsamo, incienso, guayacán y cacao en mucha abundancia; enseñé a los naturales de esta parte clavo, y dijeron que me enseñarían mucha cantidad de él en otras provincias más adentro, donde por entonces no pude satisfacerme; también los enseñé pimienta y no me dieron noticia de ella.

Todos los indios de estas provincias de los chunchos, menicos y taranos ocupan las tierras montuosas. No es gente en tan grande número como la de las provincias de los llanos, porque siempre en las tierras más fragosas hay menos naturales. Visten todos los de estas montañas maravillosamente de algodón, porque es tierra abundosa de él; con muchas listas y labores de colores de cochinilla y añil, género que tienen muy sobrado. Usan todos de los ritos y ceremonias que los del Pirú, por ser indios procedidos, que el Hinga entró aquí de guarnición; es gente muy crecida y dócil de condición, susténtanse en todas estas partes de mucho maíz, frijoles, pallares, camotes, yuca, zapallo y otras muchas legumbres que la tierra produce; tienen muchísimas frutas: plátanos, guayabas, lucumas, pitayas, ananás, mameyes, muchos palmitos y dátiles, caña dulce; no tienen ganados domésticos pero hay grandes manadas de puercos que llaman zaynos, que naturaleza les puso el ombligo en el lomo; andan en manadas de 100 y 200 y son de condición que al más pequeño de toda la manada siguen todos como a su capitán, y si alguna persona hiere o mata alguno, si tan presto no se sube en un árbol o se asegura lo hacen pedazos los demás, pero poniéndose en alto con un chuzo los puede matar a todos si es que no acierten a matar el capitanejo, porque en [f. 89v.] sintiéndole muerto o herido desamparan todos el puesto tan violentamente como si tuvieran alas. Hay también a las orillas de los ríos otro género de puercos que llaman guardatinajas, hay muchas antas y venados, monos, micos, cuyes, osos, leoncillos de poca fiereza, en partes hay algunos tigres que es el animal más bravo que hay en estas partes; no tienen gallinas ni aves de Castilla ni otras mansas excepto patos pero hay muchas pavas de las que en España llaman gallinas de las Indias silvestres, en todas las montañas; hay también muchos paujíes, que es otro género de aves mayores y de mayor regalo que las pavas; muchas guacamayas, guacharacas, torcaces, tórtolas, papagayos, perdices y otros muchos géneros de aves de diversas colores, gozan también de maravillosos pescados de estos ríos, que los conocidos por sus nombres son éstos: sábalos, róbalos, pataloes, sollos, bagres, doncellas y otros muchos diferentes que los de España.

En todas estas montañas no se agregan los naturales a grandes poblados, extiéndense por ríos, quebradas y sitios de aguas a 100 y a 200 y a 300 los mayores pueblos; son las casas de palo y algunas altas a modo de gaviones o fuertecillos para defenderse de sus enemigos; cúbrenlas de hojas de palmas. Hay en todas las montañas dichas muchísima miel de abejas, bonísima y muy blanca, y más y mejor en la montaña de la especia, hacen con miel y una legumbre que llaman maní, maravilloso, turrón. Gobiérnanse por caciques, como tengo dicho, aunque hay en el distrito de cada señor un Moán, al modo del sacerdote del ídolo Bel que favorecido del demonio los engaña y le obedecen más que a las cabezas principales, o por mejor decir le temen más; éste tal, cuando los indios temen que han de tener guerra con algunos enemigos o tienen necesidad de que llueva para sus sementeras, se va a la guaca y oráculo donde tienen los ídolos en que adoran, como que habla con el sopay, que no lo dudo, porque es el diablo, y les dice lo que le parece que basta para que le adoren mochándole con regalos. Esta fiera bestia por no se ver desposeído de este señorío se puso a hacernos grandes contradicciones a nuestra ley y en particular alegaba en su favor un maravilloso suceso de que doy mil gracias a nuestro Señor de haber sido instrumento de él.

Y es el caso que en la ocasión que el Virrey don Francisco de Toledo subía a la [f. 90] ciudad del Cuzco, quien había más de cuarenta y seis años, salió del pueblo de Inarama, donde está fundada una de las dos iglesias, un bárbaro de edad de más de 80 años, tío y padre de los mayores señores de esta tierra entró en la ciudad del Cusco y vido las ceremonias que los cristianos hacían, y al cabo de algunos días se volvió a su tierra, y a lo que él mismo confesó vivió hasta edad de 100 años sin enfermedad ninguna y llegando a ella se tulló, y vivió tullido 30 años más de los 100 y cada uno de estos 30 pedía a sus hijos y sobrinos que fuesen a tierra de cristianos y que los tuviesen por amigos suyos, que era buena gente para defenderlos de sus enemigos y que los pidiesen padre para que lo hiciesen cristiano como él lo había visto; y con engaño, de un año en otro iban a traérselos. Se pasó todo este tiempo y fue Dios servido que a Zelipa su sobrino le diesen guerra cuatro provincias para que sirviese de prodigio de tan buen suceso; finalmente nos fue a buscar y luego que llegamos a donde estaba el enfermo, alentadamente se arrojó a los pies de los sacerdotes pidiendo bautismo y luego le enseñaron a rezar lo que bastó para bautizarle, y después de haber recibido este sacramento falleció dentro de 14 horas, que sabe Dios quién ha de gozar de su divina presencia y también sabe en el trabajo que nosotros nos vimos por el suceso, pues nos tuvieron por empalados en los reinos del Pirú, pero ordenólo nuestro Señor de manera que no hubo peligro ninguno.

Al Moán o fiera que quiso defender su partido con este argumento le derribamos de su engaño haciéndole fiscal de recoger la gente y chusma que se iba bautizando a la iglesia para enseñarles la doctrina cristiana, dándole a entender que en este oficio le darán más regalos que en el que usaba de antes y que en éste servía a quien le había de salvar y en el otro ofendía a quien le había de condenar. El cual oficio admitió y obró nuestro Señor tanto en él que el día de San Nicolás le bautizaron, y es tan maravilloso ministro para este ministerio que tengo por sin duda, según el fruto que hace, que es obra del bienaventurado Santo de quien se le dio el nombre de Don Nicolás. También estos moanes les sirven de confesores.

De aquí me pasé a la otra banda del Toyche, a los llanos de los anamas donde fui bien regalado y me dieron noticia de que en la junta que hace el río Magno con el Diabeni, a la banda del norte está la provincia de los guarayos y desde ella otras muchas por las orillas de un grande río que más adelante al norte entra en una grande laguna. Este río viene de parte que es fuerza entender que se forma de los ríos de Guamanga [f. 90v.], Abancay y del gran Paucarmayo, que por otro nombre llaman Apurima.

Estos guarayos dicen que son advenedizos y se entiende que entraron de la costa del Brasil, cabo de San Agustín. No visten, pero así hombres como mujeres traen el cabello de la cabeza tan largo y tan peinado que les llega a las pantorrillas; son caribes, comen carne humana, a cuya causa los quieren mal los comarcanos.

Diéronme también noticia que de la banda del norte de este río Apurima, confines del Paytite, estaba una provincia de mujeres que viven sin hombres, y preguntándoles cómo podían conservarse de aquella manera dijeron que hombres tenían en la otra banda del Paytite al este de que darían más razón los Marquires que confinan con ellos.

Y preguntándoles qué noticias tenían de la gente que adelante había y del rumbo que llevaban estos ríos, me trajeron tres o cuatro indios principales muy baqueanos de aquellas navegaciones y haciéndoles preguntas respondieron que por tierra o por agua llegaban en cuatro días a una grande cocha que quiere decir grande laguna que todos estos ríos causan en tierras muy llanas y que hay en ella muchas islas muy pobladas de infinita gente y que al señor de todas ellas le llaman el gran Paytiti y que los indios de aquellas islas son tan ricos que traen al cuello muchos pedazos de ámbar por ser amigos de olores, y conchas y berruecos de perlas, lo cual vide yo en algunos anamas y enseñándoles algunos granos de perlas que yo tenía les dije que si se criaban en aquellas conchas estos granos y respondieron que los Paytites les daban todos aquellos géneros y que, como aquellos granos no los sabían horadar para hacer sartas de ellos, que los echaban por ahí. Y preguntándoles que de dónde los sacaban dijeron que también lo habían preguntado a los Paytites y que les respondieron que de aquella cocha.

Diéronme también noticia estos indios de otra mucha cantidad de gente que hay caminando al norte, en las faldas de una cordillera nevada que se levanta de junto a la laguna del Paytite, caminando al nuevo reino de Granada y que son muy riquísimos de plata y ganados [f. 91] de carga de los que se crían en el collao del Pirú. Tuve esto por cierto por ver vestidos de ropa de abasca de la que se hace en el Pirú de la lana de estos ganados a dos indios que me trajeron allí, naturales de la parte donde dicen hay ese ganado. También pregunté qué nombre daban a este río tan caudaloso que, de estas juntas hasta la laguna, que en él no se determina de ninguna suerte tierra de orilla a orilla, y dijeron llamarle el gran Parauri que es decir en España Duero, que recoge todas las aguas. Dijeron también que dos isletas de la laguna, las más cercanas a ellos, peleaban con cerbatanas arrojando unas saetillas con yerba de ballestero.

Traen muchos de los anamas grandes muestras de riqueza como son manillas de oro en las muñecas y otras en las gargantas de los pies y las mujeres muchas chagualas colgadas de las narices y orejas, finalmente pudiera hacer relación de muchas más cosas y maravillas de las grandezas de esta tierra si no me obligaran dos cosas a decir mucho menos de lo que es. El vicio establecido en el mundo a no dar crédito a cosas que de presente no se ven; y la segunda y principal causa de no lo apurar más es que los indios se enfadan de que les hagan muchas preguntas, creyendo que lo que con instancia preguntamos es más provecho nuestro que el que a ellos les podemos dar; y a causa de que no se alterasen no traté de más preguntas.

Al tiempo de volverme al Uchupiamo e Inarama me hicieron una grande fiesta de pesquería en este famoso río Parauri y sacaron de él con la mayor facilidad del mundo infinitos géneros de pescados entre los cuales muchas rayas, dorados, bufeos y otros muchos que se crían en la mar.

Acabada esta fiesta y despidiéndome de ellos me pidieron sacerdotes para que los bautizasen como los había dado a los pueblos de Uchupiamo e Inarama y les dije que no los había, pero que les daba palabra de salir a tierra de cristianos por ellos para dárselos. Y partiéndome a Uchupiamo a donde estaban los sacerdotes envió el Anama aquellos cuatro indios principales baqueanos y grandes marineros de estas aguas, que todos lo son, a que me acompañasen. Y habiendo llegado a donde estaban los dichos religiosos me dijeron los caciques de Uchupiamo, Tuaramas y estos Anamas que me vinieron [f. 91v.] acompañando que en la grande laguna del Paytite había más de 18 años que habían entrado unos viracochas bermejos, que es fuerza entender que son ingleses u holandeses y que todos los años traen de su tierra cuchillos, machetes, chaquiras, tafetanes y lienzos, géneros de que carecen estos naturales, con que rescatan muy grandes riquezas de oro, plata, perlas, ámbar y otros muchos géneros de estimación. Y haciéndoseme dificultosa y increíble esta noticia me enseñaron al punto machetes y cuchillos y algunos tafetanes traídos del dicho Paytite de muy pocos días, y aunque es verdad que con dádivas de estos géneros que yo entré dando a los naturales de importancia fui bien admitido y dueño de todo este descubrimiento, reparé en si aquellas que me enseñaban eran herramientas de las que yo les daba y viendo la gran diferencia que había de unas a otras les di crédito a su relación. Todos estos indios dijeron que los más de ellos van al Paytite dos o tres veces en el año a tratar y contratar y que ésta es la causa de tener esas herramientas en su poder. Y de la declaración que hicieron de estos viracochas bermejos algunos indios ante algunos soldados intérpretes se hizo ante mi gobernador información, la cual tengo en esta corte con mis papeles.

Díjeles que, pues que eran tan baqueanos del Paytite, que me señalasen las formas de la laguna y islas y traza de ríos que de ella salían y lo hicieron, y en la misma forma que lo señalaron lo puse en una planta y mapa de aquellos reinos que están en mi poder.

Vinieron de la gran provincia de los Marquires que está a la banda del levante del Diabeni cuatro indios principales por orden de su señor a llamarme para que fuese allá; yo lo hice porque lo tenía en propósito, y habiendo llegado a esa provincia vi una maravillosa fortaleza que dijeron haberla hecho el canpo de Hinga para que quedase memoria de que su gente había llegado hasta aquí cuando entró conquistando esta tierra. Recibióme el Marquir (que es el Señor) muy bien, hízome muchas preguntas: que a qué era mi entrada a aquella tierra y otras. Yo le respondí que había entrado llamado de Zelipa, señor de los Chunchos, [f. 92] para defenderle de sus enemigos y a enseñarle la ley cristiana. Respondió que le parecía muy bien y me regaló algunos días. Tienen un caudaloso valle de almendrales de más crecidas y gruesas almendras y mejores que las de España; de donde los Chunchos las rescatan y de una en otra provincia van llegando a las del Pirú donde ha mucho tiempo que son conocidas. Tiene esta provincia más de cien leguas de ancho y de largo más de doscientas hasta cerca de los confines del Paytiti, según me dieron de noticia; y también me la dieron de otras muchas provincias de gente que están al este de ésta, hacia el Brasil y el norte; entre ellos y la laguna del Paytiti dijeron que estaba una provincia de hombres sin mujeres; y preguntándoles que cómo aquellos hombres vivían sin mujeres, respondieron que dos meses al año las tenían y que de otra parte por aquellas aguas venían a juntarse con ellos. Son tan valerosas las mujeres que pelean con sus enemigos mejor que si fueran varones.

Es tan llana la tierra de esta provincia y tan poblada de gente que hay pueblos de a dos y a tres mil casas de tapia y adobe, puertas y ventanas de madera aunque toscamente labradas, las casas cubiertas de paja. Es fertilísima tierra de maíz y legumbres y de ganados silvestres aunque de puercos no tanto como en las montañas. Abunda en pesquería. Tienen mucha sal, de lo que carecen los chunchos. Es agradecidísima gente, galana, limpia, de diversas colores, algo morenos y blancos y otros tan rubios que son cortos de vista. Visten de algodón, aunque algunos solteros andan con sólo panpanillas. éstos, como todos los demás, usan de arco y flecha y macana, con mucha plumería; de tres y cuatro dobleces de cuero de anta para su defensa, traen por insignia los señores una hachuela de armar del mejor metal que tienen, que al fin es oro.

Los ritos y ceremonias de esta gente de todos los llanos son en esta forma, que cuando se ha de tener uno por casado con una mujer no hay más concierto que dar el novio un vestido al suegro y otro a la suegra y si la moza no tiene padres al pariente más cercano y con esto se la lleva a su casa.

Cuando tienen guerra con sus enemigos, después de haber acabado la batalla se juntan todos en la plaza junto a una casa de comunidad donde tienen en depósito muy grande número de armas y el ídolo en que adoran, y sacan el ídolo [f. 92v.], y le ponen en medio de la plaza y junto a él al señor y también con ellos al que se mostró más valiente en la batalla; donde todos danzan, celebran su fiesta y hacen muchas borracheras de muchas bebidas que todos acostumbran a hacer de maíz, yuca, batata, almendra y otras muchas legumbres, y habiendo acabado la fiesta ofrecen al ídolo, al señor y al valiente, por iguales partes, muchos pedacillos de ídolos de oro, plata y otros metales, conforme cada uno puede.

Tienen por costumbre si pasan por la parte donde fueron vencidos de volver las espaldas a aquel puesto y los vencedores al contrario, que todas las veces que pasan por allí dejan alguna señal de lo que llevan, a modo de ofrecimiento.

Si en aquella tierra riñe un indio con otro hasta que se mata no hay costumbre de ponerlos en paz y tienen por afrenta de apartarse hasta que uno o ambos mueren, y el remedio que para eso hay es que ha de abrazarse la mujer de uno con el otro y la del otro con el otro y con eso se apartan al punto y quedan los mayores amigos del mundo.

Cuando muere algún principal le ponen en medio de la plaza y sacan de la guaca el ídolo y le ponen junto a él y todos traen allí las bebidas que tienen en su casa y hasta que las acaban de beber no llevan el cuerpo a la sepultura. El uso de la sepultura es que tienen en el campo de cada linaje un torreón muy alto de ladrillo o adobe y por de dentro una escalera volteada; y allí, puestos, donde ponen los cuerpos difuntos de aquel linaje, que hoy día están tan enteros los más de ellos como hoy hace mil años cuando allí los metieron, que basta para entender que es la tierra más sana del mundo. Con esos cuerpos los días del entierro algunos ídolos de oro y plata ofrecen a su usanza.

De aquí me volví el río Diabeni arriba donde en diferentes provincias me sucedió la tragedia de los 24 principales de que hago relación en mi memorial.

Todos los indios de las montañas tienen diferente lengua que los del Pirú, algo más clara, pero también entienden algo de la general del Hinga, los de los llanos tienen diversidad de lenguas diferentes de todas las que hasta aquí se conocen.

Todas cuanta provincias he visto, desean con grandes veras el conocer [f. 93] de Dios y pues en ese reino se siguen dos tan poderosos aumentos que el primero es gozar su Magestad y el bien común de los españoles de tan grandiosas tierras y frutos de ellas y el segundo, último y más principal gozar tanto número de almas de la presencia de Dios, quien en todo se sirvió de ordenar lo que más convenga a su santo servicio.

Pues el interés que se sigue de excusar de llevar la plata de Potosí noventa leguas de tierra hasta Arica tan fragosas como se sabe y desde Arica a Lima 200 por la mar y de la ciudad del Cuzco y sus comarcas 150 de tierra hasta Lima de los caminos más espesos de aquellos reinos, pues de Lima a Panamá no son las calmas de aquel mar de ninguna ayuda, ni las 18 leguas de tierra firme dejan de ser de más costa que mil de otras partes, de más de ser Puertobelo por su ponzoñoso temple sepultura de hombres, pues de allí a la Habana ya se sabe la pérdida que en las serranillas el año de [1]605 tuvo don Luis Fernández de Córdova sin embargo de la que el año de 1622 hubo en el canal, de más de los excesivos gastos de la invernada y la flota de Nueva España del dicho año, bien se sabe lo que perdió a la vista de la Bermuda, y el suceso de la invernada de este año y pérdida de él ya se ve cuán grande ha sido.

A cuya causa se debe bien considerar de cuánto provecho es el camino de las 80 leguas que desde la provincia de Larecaja yo abrí hasta las dos iglesias del dicho descubrimiento y cien leguas más de ríos caudalosos, apacibles y muy navegables hasta los confines del Paytite y grande laguna del Dorado desde donde salen otros dos ríos en la forma que tengo dicho, que el uno entra en el Marañón y el otro hace el de las Amazonas gran Paraná, tan conocidas sus entradas en el mar del norte en uno y dos grados de la banda de Cancro, viaje de la mitad menos de tiempo y gastos que el que por tierra firme se hace, demás de ser temples sanísimos y abundosos de comidas y diversas y maravillosas maderas para cualesquier fábricas.

Muy notorio es la brevedad del viaje desde el río de la Plata a España; pues de las bocas de los dos ríos que están a la mitad del camino es fuerza entender que ha de ser de menos tiempo.

[f. 93v] Y caso que esta navegación faltase, que no puedo creer que puede faltar, no por eso debe dejar de ser favorecido el dicho descubrimiento pues el menor de los dos intereses que se siguen es mayor que éste, que es gozar riquezas e Imperio tan grandioso y en particular el Cielo tan grande adorno de almas, que es la causa más principal en que los cristianísimos reyes, Monarcas de España, han fundado y fundan todo el ser de sus empresas.

Madrid, 19 de octubre de 1623.

JUAN RECIO DE LEóN

 
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