LISTADO GENERAL DE LOS MENÚS: |
Temas muy especiales que tienen que ver con este tercer Imperio |
El cometido de estas páginas es lograr se adelanten el estudio y exploración de los territorios denunciados y se divulguen los hallazgos que se causaren dentro de ellos.
Se esclarezca la ubicación de nuestro Imperio y de las tribus que lo conformaron, para que reparen nuestras academias los errores cometidos que son funestos, para la arqueología presente y futura del Perú, Ecuador, Brasil, Venezuela y Colombia.
La difusión de este sitio logrará sacar adelante las verdades expuestas.
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Gracias por su visita.
Gilda Mora.
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Al seguir la ruta de Federmán por los llanos de Venezuela se debe tener en cuentala direcciónsur de esta expedición que tenía el fin de llegar a un lugar muy rico en oro y gente, al ser esta la primera expedición que toma este rumbo y se introduce en los llamados Llanos del Orinoco, no se deben de entender como verdaderos estos primeros nombres brindados en este diario y menos para aplicarlos o interpretar el arribo de acuerdo a los actuales que presentan algunos lugares, Federmán con esta expedición aparte de abrir ruta, conoce por primera vez los distintos idiomas usados en estas partes de Venezuela y nos deja muy señalada la dificultad al usar 3 y cuatro interpretes con las distintas lenguas encontradas en la zona de cordillera antes de alcanzar las múltiples lenguas de los llanos.
...bien podéis imaginaros conque dificultades nos habíamos entendido con los indios hasta llegar al país de los Caquetíos, porque para el primer idioma, el de los Caquetíos tenía yo dos cristianos e intérpretes de confianza que conocían bien la lengua; y después entre los Xidehara, tuve que hablar por medio de dos intérpretes; con los Ayamanes, de tres; con los Cayones, de cuatro y con los Xaguas, a través de cinco personas. Por esto es indudable que antes que uno comprendiera al otro y trasmitiera hasta el quinto lo que yo había ordenado, añadía o quitaba algo, de modo de que de cada diez palabras que yo decía apenas una llegaba tal como yo deseaba..
En la misma forma le llegaba a él cualquier nombre que tuviera en su mente o quisiera dar el interprete al lugar en su lengua,por lo regular se aplicaba a un sitio o río el nombre del cacique del momento si lo había,o de lo contrario se señalaba un lugar de acuerdo alos árboles predominantes en el sector, plantas, características del suelo, de las personas que lo habitaran, etc. así se justifica que en este diariose encuentren nombres como Cazaradadidado a la última aldea Xagua y también a un pueblo del llano, Carohanaa la aldea de los Ayamanes donde recibe a los enanitos y su similitud con los nombres llaneros, el mismo cuidado se debe tener conHacarigua Cayones, Cuyones y Coyones nombrados, Carahamara, Curahamara, Coahery, Corahara etc,
El río con el que empezamos la nación de los Cuivas, es llamadoCohaher, el último que vemos en este artículo y corresponde al Arauca es llamadotambién Cohaheri y Coahery.
Estas primeras expediciones que señalaban rutas se establecían de acuerdo a las cuidadosas medidas de las alturas en que se encontraba la región y a los días de transito entre una y otra, más la viabilidad de tomarlas o desecharlas por la belicosidad de las tribus encontradas y el grado de "amistad" en que se dejaban, pero entre una y otra expedición, vemos que el nombre usado en una se da en la otra pero en el polo opuesto, como nos prueba la siguiente de Espira y del mismo Federmán a solo 4 años después de esta.
Los nombres de estas tribu se fueron alterando de tal manera que en 1600 no existe uno solo de estos y los cronistas empiezan a tratar de dilucidar la filiación de las tribus a las que llegan estas primeras expediciones muy importantes para la interpretación de este diario y dejo a ustedes con letra en verde para Espira y la segunda de Federmán en naranja.
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En la imagen de satélite se puede apreciar el ramal de los Andes que Atraviesa el territorio venezolano, abajo, las localidades que veremos en esta segunda parte del diario de Federmán, dice Simón de la segunda expedición de este conquistador en la Cuarta noticia historial capítulo XII
.."Dejando Federmán el sitio quemado del Tocuyo, atravesando por sus provincias bien pobladas de gente, aunque cobarde y de viles ánimos, pasando el de Quibor, llegó al valle de Barquisismeto, donde también despues se pobló u hoy lo está una ciudad de españoles, llamada Segovia, . ...comenzó a marchar la vuelta de los llanos entrándose en ellos por el boquerón de Barquisismeto, que es la parte del sureste por donde se entra y da vista a ellos. Entrando por aquí juntos él y las aguas del invierno, que caminaban más aprisa que él, dividió en dos partes la gente, para que mejor se pudieran sustentar, con orden de que en cierta parte de los llanos se juntasen para el día que señalaron.
El capitán Martínez, llevando la una a su cargo, entró por la provincias llamadas de los indios gueros y habiendo caminado los días que había hasta el que señalaron, en que se habían de juntar, con hartos trabajos se vieron juntos en éldonde dispusieron dejar los llanos y retirarse a la sierra que les demoraba al poniente, para invernar allí.........donde al fin llegaron y se alojaron en una parte de la provincia de los indios Coyones,... al fin de algunas jornadas se halló sobre las barrancas de Apure, cuyos nacimientos salen de las provincias de la ciudad de Mérida; dándole principios las quebradas que llaman de Bravo y por otro nombre Aricagua. donde el nombre propio de este río por los naturales es Capuri, que corrompido el vocablo con los trasiegos de unas y otras lenguas todas tan varias como hay en sus márgenes, en la parte que de ellas se halla Federmán le llaman Apure
Sobre la gente de Espira nos dice Simón tercera noticia capítulo II:
....atravesaron toda la serranía, que sería de sesenta leguas. Y fueron a dar a una provincia que se llama Buraure, que está al al principio de los llanos, a la parte del este y a las espaldas de donde después se pobló y ahora lo está la ciudad del Tocuyo, cuyos habitantes eran innumerables, belicosos y diestros en sus modos de guerra..
Por eso por hallarse con hambre y sin comidas....acordaron los soldados tomar la vuelta de Coro por la parte que les parecía, según su demarcación había de venir el gobernador Jorge de Espira a encontrarse con ellos..los muchos enfermos y heridos que venían entre ellos no dieron lugar a tan largo viaje, pues solo pudieron llegar poco más adelante hasta el desembocadero que llaman Barquisimeto, donde asentaron ranchos y esperaron a Jorge de Espira...cuando vieron asomar por un alto al gobernador. Con que se alegraron ...
.. Espira.....ser la mejor seguir los llanos, puesta la proa al sur, llevando por guía y siempre a la vista la cordillera que les demoraba a mano derecha, alzaron el campo y comenzaron a caminar la vuelta de la provincia y poblaciones de Baraure, de donde les habían hecho retirar...Con que todos se juntaron en gran número con brevedad y regocijo, levantando mil algazaras en confusas voces, con señas de rompimiento y victoria a su costumbre...despachando de esta vida culpados y no culpados, a los unos por lo que hicieron y a los otros porque adelante no se ocupasen en otro tanto.....se dieron noticias de otraprovincia más adelante, llamada Haricagua, de sitios más altos, por ser más pegada a las sierras, airosa y abundante de comidas. salieron en su demanda y hallándola en dos días de camino, se alojó el ejército..donde se detuvieron tres meses que duró el resto del invierno....
capítulo VI....al apuntar el verano dejó el sitio de Acaricagua,... y del deseo de pasar adelante . Y llegando a la de amorodore, se rancheó en lo mejor que halló de ella, para reformar el campo de la hambre que traía atrasada con las muchas comidas que halló en esta provincia....Al fin de este mes prosiguió el gobernador con toda su gente por las faldas de su cordillera, que llevaba siempre a la mano derecha, hasta llegar a la provincia de los Coyones, de diferente lengua que la de hasta allí, bien poblada gente belicosa y guerrera donde se ranchéaron...viendo que aquellas provincias no eran de tanta consideración. Y caminando por asperisimas sierrasllegaron a las de Barinas y sus grandes ríos, que están a las espaldas, por la parte del este, de las sierras nevadas que llaman de Mérida....llegaron a los famosos y valientesríos de Apure y Zarare, que tampoco hubo dificultad de pasarlos por venir menguados y por tierra llana..ya iban apuntando las aguas del invierno cuando se vieron sobre las barrancas del río Opia....
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Ya Federmán se encuentra de la parte sur de la cordillera de Venezuela con destino incierto en esta expedición y con nombre de río Meta en la segunda que pretendió adelantar como gobernador y a último momento se le niega, procediendo los banqueros Alemanes a nombrar a Espira, dejando a Federmán como su teniente y como tal lo encontramos reconociendo el terreno, veníamos de los Caquetíos en:
.......Desde estos pueblos fuimos acompañados por doscientos indios que debían llevar nuestro equipaje y enseñarnos el camino hasta llegar a la vista de los pueblos de sus enemigos, que pertenecían a otra nación llamada Cuybas. Les prometí que a la vuelta, para su seguridad, les haría acompañar a través del país de sus enemigos, pues, como habéis oído antes, nuestros indios cargueros se hallaban ocupados en llevar a los enfermos. Pero al permitir a los indios que llevaban nuestro equipaje que se adelantasen, sin preocuparnos de ellos y sin sospechar engaño alguno por su parte, pensando que marchaban tan apresuradamente con el fin de librarse lo antes posible de la carga, ya que iban muy cargados, sucedió que, después de haberla llevado una dos millas solamente, la dejaron en medio del campo y se volvieron...escogimos pues lo mas indispensable repartiéndolo entre los cristianos y el resto lo hice enterrar fuera del camino, hasta la vuelta, pues no teníamos medio de transportarlo. Así se fugaron, como he dicho, los indios que tenían que indicarnos el camino; pero afortunadamente un muchacho y una mujer indiana, que no pudieron acompañar a los indios fugitivos, se quedaron con los cristianos, La india conocía un poco la lengua de los Cuyvas, aunque no admitía saber el camino..
Nación de los Cuybas
Este mismo día mientras pudimos, seguimos nuestro viaje, hasta caer la noche, por un valle entre dos montañas a lo largo de un gran río llamado Cohaheri, sin poder descubrir ningún pueblo o habitación de indios,...a la mañana siguiente envié dos de a caballo, cada uno a un lugar distinto de la montaña, para que subiesen a una altura y reconociesen la tierra, con el fin de que apercibieren alguna columna de humo....Los enviados volvieron pronto y con buena nuevas, pues uno había visto desde la altura una extensa sabana y el final de la montaña, así que solo nos quedaba un poco más de una milla del valle para salir a la llanura....Tratandose de una tierra tan buena y tan llana, bañada por un gran río cuyo valle estábamos siguiendo, no podía estar despoblada y desierta...
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En la imagen un aproximado al lugar de llegada y limite entre Xaguas y Caquetíos, está plenamente establecido que los Xaguas habitaban la ribera del Tocuyo y es posible se extendieran a las cabeceras del Guanare por lo que los Cuivas cierran frontera al oeste con los Caquetíos, norte con Xaguas y al oeste se establecen los Coyones, sur los Caquetíos mezclados con Guaycaries.
Habiendo alcanzado la llanura, acampé con mi gente en una altura desde la cual podía ver la sabana y a los hombres que enviase. En cada una de las cuatro direcciones mandé dos jinetes para que recorrieran los caminos durante una o dos horas , hasta encontrar algunos pueblos o aldeas y labranzas y nos avisaran de ello, pues teníamos no menor falta de provisiones que sobra de hambre.
Mientras permanecí en aquella altura esperando a los enviados, vimos unas humaredas que subían desde muchos lugares de la montaña vecina, de lo que colegimos haber sido vistos por habitantes, que por medio de estas hogueras se avisaban mutuamente y con los pueblos...Más tarde llegaron los enviados que habían visto y reconocido algunas casas...Nos trasladamos allí y acampamos. Eran solamente seis casas, situadas cerca de una quebrada y en una bella llanura...
La misma noche envíe a un capitán con treinta peones para asaltar a uno de los pueblos que habíamos visto de día y trae el mayor número de gentes que pudieran capturar.. No se sintieron en número suficiente para atacarlos y se volvieron sin hacer nada, sin embargo, yo no me atreví a desprenderme de más gente, pues tenía muchos enfermos y no hubiera dispuesto de bastantes hombres para asaltar el pueblo...Además el pueblo estaba situado en la montaña y en un lugar donde no se podían utilizar los caballos, y no teniamos bastante fuerza para poder atacar a los naturales o indios en el pueblo o aldea, sin contar con la ayuda de aquéllos, Pues uno de a caballo, allí donde es posible utilizarlo, hace más daño entre ellos y les inspira más temor que cincuenta de a pie.
No me era preciso, sin embargo emprender el viaje precipitadamente, pues el lugar donde acampé era bueno...Tampoco nos faltaba agua y mahys, y carne de venado..
Acampé allí cinco días pensando que así descansarían y mejorarían los enfermos, cosa que no ocurrió, entonces envíe diez de a caballo y treinta y cinco de a pie para que remontando el río, buscasen en el llano algunos pueblos o aldeas...
El mismo día, y a unas tres millas de distancia del pueblo en el que me encontraba, llegaron los enviados a un pueblo en donde vieron un gran número de indios armados y listos para la defensa, dos de los jinetes se les acercaron a tiro de arcabuz, a fin de inspeccionar el pueblo y reconocer la situación, vieron que estaba rodeado por un foso,..entonces el capitán ordeno a los jinetes que no se acercasen, sino que solo los peones fueran con el. Así, pues, los habitantes vieron solamente a los dos primeros jinetes que, como he dicho, habían reconocido y espiado el pueblo, mientras que los otros ocho se escondieron detrás de un maizal, cuyos tallos eran tan altos que un hombre a caballo no podía ser visto.
Los cristianos se acercaron al pueblo tan cuidadosamente como pudieron y el capitán fingió huir, por lo cual se envalentonaron los habitantes, saliendo unos quinientos del lugar donde estaban seguros, para perseguir a los que parecían fugitivos. Pero fueron atacados por delante y por detrás, tanto por los jinetes que estaban escondidos en el campo como por los que pretendían estar huyendo. fueron capturados alrededor de sesenta, muertos cuarenta y ocho y el resto puesto en fuga. De los cristianos solo fueron heridos cuatro y muerto un caballo. este fue el primer pueblo donde encontramos flechas envenenadas.... liberé a seis de los prisioneros que me fueron traídos...les di presentes para entregarlos a sus señores....para que los caciques viniesen a visitarme pues quería entregarles los prisioneros libres, entre los cuales había dos principales, uno de ellos gravemente herido, a quien hice vendar, ordenando que lo trataran y cuidaran bien...
Durante los tres días que transcurrieron desde que deje libre a dichos indios no vino nadie....Al tercer día, muy temprano, envíe en la dicha forma a otros dos indios con el fin de que persuadiesen a los caciques para que me visitaran y les dijesen el buen tratamiento y alimentación que recibían de nosotros, a pesar de ser prisioneros, les dije todo esto por medio de la india, a la cual tuvimos que recurrir, aunque no había aprendido demasiado la lengua cuyba, lo que era para nosotros no poco impedimento...
Después de haber enviado y despachado también a estos indios, salí a caballo con doce de a pie y ocho jinetes para cazar y perseguir venados, nos acercamos mucho al pueblo de donde eran los prisioneros y nos encontramos en presencia de una gran multitud o numero de indios, unos con armas, otros sin ellas, con sus mujeres e hijos, que estaban en una altura situada encima del pueblo. unos se dejaban ver, otros se escondían en el arcabuco, así que no sabíamos como interpretarlo, por la presencia de mujeres y niños pudimos ver que no se trataba de una junta de guerra.....Inmediatamente mande al campamento para buscar la india que nos servia de intérprete, y cuando cerca de las tres de la tarde la trajeron, resolvimos acercarnos al pueblo a una distancia que nos permitiese hablarles. Mande que la intérprete llamase a los del pueblo y no respondieron...fuimos allá con precaución...Pero no encontramos a nadie en el pueblo hasta que llegamos al centro del mismo.
Allí, ante un espacioso bohío encontramos algunas joyas de oro colocada sobre dos asientos y algunas provisiones y caza, sin que hubiésemos podido ver a persona alguna, pero cuando la india nuestra intérprete, quiso abrir la puerta del bohío, como lo hacia con las demás, la encontró cerrada, echado el cerrojo y con gente dentro; a la cual mande decir que saliese para someterse y pactar amistad conmigo, pues solo venia para eso y no para hacerles daño. Durante largo tiempo no quisieron dejarse convencer diciendo que tomáremos el oro y lo demás que habíamos encontrado ante la puerta y les enviáramos los prisioneros. Les mandé decir que no había venido a causa del oro, ya que lo tenía en abundancia, pues les había enviado presentes de mayor valor; que saliesen, que no sufrirían mal alguno, pero que si no lo hacían, haría incendiar la casa en que se habían encerrado y los quemaría. Esto no impresiono a la pobre gente, porque se creían seguros como en una fortaleza. Pero al fin se abrió la puerta, salió el principal o el mas noble, y después, uno por uno, los otros, que eran unos cien, gente robusta, alegre y bien armada.
Les hice preguntar que es lo que habían pensado al atreverse a oponerme resistencia, ya que podía destruirlos no solamente a ellos, sino también a todo su ejercito con un solo caballo que enviase contra ellos; y más teniendo muchos. Algunos jinetes llevaban tras de si los venados que habíamos cogido. los mande a traer y les dije a los indios lo insensatos que habían sido al querer ofrecernos resistencia, ya que ni el venado, a pesar de su agilidad, se nos podía escapar. Les dije también que solo a la furia de los caballos obedecía la guazabara que les habíamos dado recientemente, pues no pudimos aplacar el enojo de estos, provocado por la desobediencia que ellos habían demostrado, por lo cual habíamos tenido que hacerles algún daño para no soliviantar a los caballos; pero que mi intención no fue causarles perjuicio, sino tratarles pacíficamente, pues si hubiese querido hacerles mal, hubiera podido destruirlos a todos y no dejar escapar a ninguno...
...Se excusaron diciendo que al principio, como no nos conocían ni sabían nada de nosotros, querían defenderse como si fuéramos enemigos, pero ahora habiendo oído a nuestros emisarios y sabiendo la causa de nuestra llegada, se habían puesto en camino para visitarnos y sometérsenos, lo que no pudieron hacer en los días pasados por tener que enterrar a los muertos que habíamos estrangulado y matado....me dieron el oro, que como he dicho, encontré sobre los asientos ante el bohío.......les envíe algunos prisioneros .... a los demás los lleve conmigo.... dándoles algunos regalos de cuchillos y rosarios de vidrio,....ordenándoles que llamaran también a los pueblos circunvecinos de su nación para que confirmasen la paz conmigo.
En los nueve días que siguieron, vinieron a visitarme trayendo regalos, algunos caciques vecinos al pueblo donde acampe primeramente y seguía morando... salí de este pueblo...con dificultad y trabajos, debido a los enfermos, con el objeto de encontrar el otro mar, que, según los Cuybas, no estaba lejos; Aunque para desembarazarse de nosotros nos indicaron que la distancia era menor de lo que era en realidad.... |
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Esta cuenta de 68 kilómetros nos da 13 kilómetros día de recorrido, el normal de ruta oscila entre 25 y 30 kilómetros día, en este caso viajan por terreno plano y sin maleza, podemos observar que se pasa el Guanarepero está muy cerca del aproximado lugar de partida a solo 37 kilómetros lo que daría solamente 7 kilómetros día de recorrido, además sobrepasa esterío la medida de casi 2 tiros de arcabuz, está establecido un alcance de 50 metros para ese tipo de arma en ese tiempo, el siguiente río a encontrar está a 11 kilómetros más abajo y daría unos muy aceptables 15 kilómetros día, pero solo tiene 50 metros de ancho en promedio.
....viajamos, durante cinco días, de un pueblo a otro despacio porque llevábamos a los enfermos, en jornadas de dos, tres y hasta cuatro millas a lo sumo diarias. Disponíamos de la ayuda de los indios para llevar nuestro equipaje y lo necesario. Ellos avisaban nuestra llegada a los habitantes de las poblaciones para que no huyeran y para que se hicieran amigos nuestros. Hasta que el quince de diciembre, llegamos a un gran pueblo de la misma nación llamado Hacarigua,situado al lado de un gran río, con una anchura de casi dos tiros de arcabuz...
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Como pudimos observar, los habitantes eran en parte Caquetíos y en parte Cuybas, que vivían juntos... fui bien recibido por ellos y me lo demostraron con algunos presentes de oro, caza y la necesaria comida....Sin embargo, no consideré ventajoso quedarme largo tiempo en este pueblo, pues nos veíamos aventajados por el gran numero de indios y la abundancia de flechas envenenadas, que utilizaban en mayor cantidad que los pueblos anteriores, y teniendo nosotros además tantos enfermos. Con todo, tenía tan pocos medios de continuar mi viaje, dificultado por esta gran cantidad de enfermos, que fui aplazando mi salida de un día para otro...
Durante estos quince días, a ruego de los habitantes y para complacerlos y que no dudasen de nuestra recta y sincera amistad y no tuviesen queja de nosotros, envíe a un capitán con treinta de a pie y cinco de a caballo contra algunos pueblos de una nación llamada Cuyones. que habitaba a unas cuatro millas de Hacarigua, pueblo o población donde estaba acampado. Estos viven mas abajo, al pie de una montaña, y son enemigos de aquellos. Unos ochocientos hombres les acompañaron y un capitán de su nación pero éste tenía que obedecer, en lo referente al ataque contra los enemigos, las órdenes de mi capitán...
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... diariamente a cualquier hora ordenaba recorrer a caballo, de dos en dos el pueblo, para comprobar si había algún cambio en la conducta de los habitantes o si intentaban atacarnos, cosa que hubiéramos podido notar fácilmente, ya que nada era de temer por parte de ellos mientras no sacaran a las mujeres y a los hijos. Pues esta es su costumbre: aunque sepan que puedan a todos y vencernos, si suponen que algunos de de aquellos pueden sufrir daño, no se atreven a atacar para evitar su perjuicio, sino cuando están a salva o en seguridad y sin peligro.
Cuando se tiene con ellos guazabara, si reciben el menor daño y entre diez mil perecen solo 200 ó 300, se desbandan ya, especialmente si pierden a sus señores y al cabeza; Entonces está ya conseguida la victoria o triunfo, aun cuando no pereciera persona alguna......la guerra la hacen solo a distancia cuando desde lejos pueden disparar sus flechas, y no se acercan uno al otro; por lo cual nos decían frecuentemente que no conocemos el arte de la guerra, porque corríamos inmediatamente hacia el hombre y los desconcertábamos; pues no estando acostumbrados a esto perdían el valor. Esto basta para explicar como con tan poco numero de cristianos se domina y vence a una suma tan grande de indios. Lo digo para que aquellos que, debido a la inexperiencia, dudan de lo dicho y de las cosas aún mas brillantes que les sucedieron a los capitanes en las Indias.
Durante los días que envíe a los mencionados cristianos contra sus enemigos los Cuyones, hice que el cacique, la dignidad mas alta del pueblo de Hacarigua, se alojase en mi casa viajo mi vigilancia día y noche, pues estaba completamente seguro que sus súbditos nada harían contra nosotros mientras supieran que su señor no estaba con ellos sino en nuestras manos, lo cual era la mejor prenda de nuestra seguridad. Pero al cacique le di a entender que le concedía vivir conmigo para honrarle y como muestra de amistad, y para que viera que no quería emprender nada contra él. Sincero o no, tuvo que mostrarse convencido. Conversé y hablé con él de la exploración de la tierra y especialmente del Mar del Sur, del cual, como he dicho, tuvimos noticias anteriormente; y él me dio otras mas exactas, por habitar mas cerca de él. Me dio también buen informe sobre dos caminos para alcanzarlo.
Cuando los soldados enviados contra los Cuyones volvieron el 18 de diciembre trajeron unos seiscientos indios Cuyones que cogieron en un pueblo asaltado al amanecer.......no era mi intención ofenderá a los Cuyones, sino hacerle amigos de este pueblo, y también e nosotros, aplacando su enemistad; porque el camino que me fue indicado hacia el Mar del Sur pasaba por la nación de los Cuyones, por lo cual hubiera visto con satisfacción tenerlos por amigos..... regale al cacique y a algunos principales del lugar alrededor de doscientas personas de los cautivos, principalmente niños y viejos, y otros que por tener quemaduras no podían servirnos. Se los di en calidad de esclavos o siervos de venta, como recompensa del daño recibido y como muestra de mi amistad.
(de la página 87a la 105) Salí el 3 de enero de año treinta y uno, hacia el Mar del Sur, que por tal lo tuvimos hasta entonces
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Esta cuenta de 100 kilómetros se divide así:, 15 kilómetros todo el ejército aTohibara, los 3 días de los enviadosa 28 kilómetros día para llegar al río Apure, que Federmán más adelante llama gran río y con razón, pues tiene un promedio de 400 metros de ancho en ese sector del mapa, 19 kilómetros de recorrido de todo el ejército por causa de los enfermos, pues dice hacer en 5 días lo que sus hombres habían hecho en 3.
...Siguiendo la indicación de los naturales o habitantes, fuimos por la nación de los Cuyvas, pues, por haber quedado los Cuyones enemigos, nos estaba vedado el camino que iba por su tierra, a pesar de que, según me avisaron, era mas corto y menos pantanoso para los caballos. Aunque seguíamos embarazados con los enfermos, los cuatrocientos prisioneros Cuyones, con los que reforzamos la tropa de los indios cargueros, constituyeron para nosotros un buen socorro y alivio
Aquel mismo día llegamos a un pueblo o lugar llamado A Tohibara. Sus habitantes nos manifestaron buena amistad, cosa que habíamos logrado por medio de los de Hacarygua, sus amigos, Allí supimos que en adelante encontrariamos en nuestro camino grandes y hondos pantanos, por donde ni siquiera deberiamos intentar pasar los caballos. Los habitantes nos avisaron que tres días después llegariamos a un pueblo o lugar desde donde podríamos ver dicho Mar del Sur, por lo cual mandé que cinco jinetes y veinticinco peones se trasladasen a este lugar o pueblo, llamado Itabana....
...Al tercer día llegaron a un gran río que separa esta nación de otra generación llamados Guaycaries y forma límite de la tierra de nuestros amigos. No pudieron vadear el río sin gran peligro, pues jinetes y peones hubieran tenido que atravesarlo a nado, así que tuvieron que desistir de su intento. Además, la distancia que los separaba de Ytabana era igual a la que habían recorrido, aunque los indios nos habían informado de que el camino total era solo tres días; por consiguiente se volvieron, ya que no tenían orden de tardar más...Supieron por los indios que cerca de Itabana, lugar que, según los indios estaba situado en la Mar del Sur, también andaban tratando y comerciando, gente vestida, barbuda y en tanto parecida a nosotros, que habían llegado en una casa grande sobre la misma agua que nos señalaban como el mar.
Dudábamos de si aquellas gentes fueran de Sebastián Gabotto, que hacia tres años había poblado o explorado el río de Solís, un lugar al que pusieron este nombre, encontrando allí una gran ensenada por la cual navegaron cerca de trescientas millas tierra adentro, con un navío que los indios llamaban casa...
(nota personal, ¿el barco y la gente perdida de Ordás?, dice Simón que Ordaz parte de españa a principios de 1531, Oviedo que parte a mediados de 1531 y Aguado en el año 1530.
El que estaba muy perdido era Federmán pues su referencia de Gabotto y río de Solís corresponde al después llamado río de la plata de la Argentina y a su orilla está actualmente Buenos Aires)
Sigue Federmán:.... Luego de conocer tal informe, salí el veintitrés de enero del año susodicho de Tohibera, dirigiéndome directamente al citado río, en dos pueblos o lugares llamados Curahy y Cazaradadi encontré a los habitantes amistosos y esperandome con regalos; pero del pueblo Cazaradadi en adelante, todos los que encontré hasta dicho río estaban despoblados y desocupados. Desde el pueblo o lugar de Tohibara empleé cinco dias en recorrer con los enfermos el camino que mis enviados anteriores habían hecho en tres. A pesar de haber quedado amigos de estos, los habitantes de los pueblos se habían ausentado y huído.......
Al llegar a un lugar llamado Curahamara, a dos millas de distancia del río, tampoco encontré persona alguna...tuve que quedarme en este pueblo para descubrir y acechar a sus habitantes enviando gente a dos lugares distintos, las cuales encontraron al cacique .. y después puse en libertad al cacique y a los suyos,honrando a aquél con algunos regalos y llevándolo conmigo a la nación de los Guaycaries, sus amigos.
Cuando llegue a dicho río, llamado Coaheri, encontré al otro lado cerca de seiscientos indios Guaycaries, gentes negras como el carbón.. Mande a llamar al cacique, que lo es de un pueblo sita a milla y media del río. todas sus casas de pesquería están en la orilla del agua y allí hacen sus mercados, Porque la nación de los Caquetíos que habita en ambas orillas, les compra su pescado a cambio de frutas y otros alimentos; pues la nación de los Guaycaries es solo pescadora y es señora del agua. Ambas naciones viven pacíficamente entre sí porque una necesita de la otra, pero cada una ocupa pueblos distintos..
Desde este río hasta Itabana, encontramos las más obstinadas, malvadas y falsas gentes de todas las que habíamos encontrado en este viaje. Cuando apareció el cacique, a quien había mandado a llamar, acompañado de muchos de los suyos, bien armados y mas parecidos a negros demonios que a hombres, le reproché el no haber venido con ademanes amistosos y como acostumbran a hacerlo con los amigos, y le mandé decir y avisar que revelase sus intenciones para poder regirme con arreglo a ellas, aparentando no tener en mucha estima su amistad, aunque no pensaba tal cosa ni esto estaba de acuerdo con nuestra necesidad. Mando decirme orgullosamente que había venido armado a causa de los muchos leones y tigres que había en la comarca y a los que tenía miedo, y que nosotros traíamos también nuestras armas y, sin embargo, nos preciábamos de venir por causa de paz.
A pesar de que había hablado más de lo debido y con demasiado orgullo, tuve que soportarlo en aquel entonces y disimular con él aunque después lo pago muy caro, como se verá. Le dije que quería viajar hasta Itabana para visitar a algunos compañeros que allí habitaban. Pero que deseaba dejar la mayor parte de mi gente en el lugar de Carahamara, por lo cual le ordenaba aprovisionarlos con pescado, conforme a su necesidad.
Replicó enseguida que el pescado era de sus súbditos, de cada uno lo que pescase, y que no les negaría a los míos contra rescate o pago; pero que me aconsejaba llevar a toda la gente conmigo, pues los habitantes de Itabama eran muy guerreros y contra ellos precisaría todos los míos, pues habían matado a algunos de los que yo llamaba mis compañeros y que habían venido por el agua en una casa, con lo cual confirmaban y confirmaron y comprobaban lo que supe, como antes he dicho, de otros indios referente a los cristianos.
Le mande decir que no necesitaba ni aun a los que llevaba conmigo, pues podía enfrentarme con todos los que estuvieran en Itabana con mucha menos gente, y que los que llevaba eran principalmente para mi servicio personal ... A pesar de todo, me vi obligado a hacer esta división o separación de mi gente, pues no podía seguir con los enfermos por el terreno pantanoso que me había sido anunciado y cuya comprobación puede después realizar, y estaba no poco impaciente por alcanzar a los cristianos, sobre los cuales había recibido en varias poblaciones idénticas noticias..... |
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El Arauca tiene unos 75 metros promedio en ese lugar que muestra el mapa y el Danubio a la altura de Ulm 80 metros.
...Salí con treinta y cinco peones y ocho jinetes y cerca de doscientos indios de carga, y atravesé muchos pueblos de las naciones de Caquetíos y Guaycaries, que estaban poblados densamente y habitados por mucha gente. Los encontré a todos bien armados y con pocas muestras de amistad. No nos daban regalos ni tampoco alimentos sin pagarlos; pero tuve que sufrirlo y disimular con ellos. no me detuve mucho en ningún sitio para que no tuviesen tiempo de reunirse, lo cual me inquietaba no poco, pues, como no sentían mucho temor de nosotros, se mostraban insolentes de muchas maneras.
Cuando me acerque a media jornada del pueblo de Itabana mandé delante a los indios que traje del pueblo de Curahamara, para anunciar mi llegada y la causa de mi venida. Pero este ya la sabia, pues era cacique de muchos pueblos que habíamos atravesado, y tenía a muchos de la nación Caquecios, como súbditos suyos. Entré en su pueblo situado junto a un río no pequeño que pudiera ser tan grande como el Danubio, llamado Cohaheri, y lo encontré sentado en una espaciosa cabaña veraniega, acompañado de un gran numero de habitantes del mismo pueblo, súbditos suyos, con gran majestad y sin alterarse en absoluto ante nuestra presencia.
Cuando bajé del caballo, ordenó que diesen a comer a los míos, y nos trajeron mucho pescado y pan. Dije al cacique como había venido en busca de mis compañeros que, según sabia, habían estado allí hace pocos días. El no quiso delatar o admitir que jamás hubiesen llegado allí cristianos o gente parecida a nosotros, pero sin embargo si admitió que trataban en un pueblo pequeño de la nación Guaycaries, que estaba a dos días de camino de aquel lugar, en la orilla del mar o lago.
Mientras así conversaba con él, preguntándole por los detalles de la tierra y especialmente por la laguna o mar, la cual, según habíamos sido informados, podía verse desde el pueblo de Itabana, oímos cacarear un gallo y algunas gallinas, que no habíamos visto desde que salimos de Coro, pues no las tienen los indios. Cuando le pregunté de donde provenían, me dijo que de Hamadoa, pues los habitantes las habían rescatado y comprado. Estábamos, pues, seguros de poder encontrar a los cristianos y no dudábamos de que estos hubiesen venido a este pueblo de Itabana según nos habían informado los indios que hemos dejado atrás, como ya he dicho; pero ellos no querían admitirlo,porque posiblemente habían matado a algunos y no querían confesarlo por temor a ser castigados por ello.
Entonces le pedí me vendiese una de sus naborías o esclavos y le ofrecí darle el doble de su valor, con el fin de averiguar si los cristianos habían estado en ese pueblo y como habían vivido allí, pues en aquel momento no tuve otros medios de saberlo. Pero la naboría me fue negada, aunque acostumbran a comprarlas y venderlas entre si.
Quise, pues, seguir al mar o laguna que según ellos distaba cuatro millas, pero me dijeron que para ir allí no iban por camino o paso de tierra, pues el terreno era pantanoso y muy cubierto de agua, sino en canoas. Les pregunte si era mar o laguna y por donde había navegado Sebastián Gabboto, ya que, como he dicho teniamos dudas sobre ello. Pero no supieron o no quisieron informarnos de lo que queríamos saber, diciendo que ellos no navegaban más allá de Hamadoa, hasta donde el agua era dulce y no salada, y desde allí hacia el sur y el oriente era todo agua, hasta donde se podía ver, no distinguiendose tierra ni montaña.
No me fue posible emprender con tan poca gente este camino hacia el Mar o laguna, que quiere decir laguna ya que, como he dicho, hacia allí no había camino por tierra. Aunque hubiese estado sana toda mi gente que saqué de Coro no me hubiese atrevido a emprender el viaje, si no hubiéramos tenido la ayuda de los caballos.pues sabíamos que no podíamos esperar buen trato de los habitantes, que estaban acostumbrados a guerrear en el agua, especialmente con sus embarcaciones, que también hubiéramos tenido que utilizar sin ser diestros en su navegación o conducción. De este modo ellos hubieran gozado en el agua de las ventajas que nosotros teníamos sobre ellos en tierra.
No pudiendo, pues, emprender nada en este pueblo de Itabana, ni averiguar nada cierto sobre el objeto de mi venida, que era saber acerca de los cristianos, me quedé allí solamente hasta el mediodía y crucé el río, pues en la otra orilla, a la distancia aproximada de una milla, había una altura, hasta cuyo pie, decían llegaba el mar o laguna, que se podía divisar desde su cumbre.
Quedé aquella noche en un pueblo perteneciente a la nación Guaycaries, y a la mañana siguiente temprano salimos tres de nosotros hacia dicha montaña, que estaba a casi una milla de distancia. Nos acompañaban dos indios Guaycaries que conocían también la lengua de los Caquetíos, pues ambas naciones, como he dicho, viven juntamente.
Al llegar al pie de la montaña encontramos un brazo del río Coahery que es el que corre por el pueblo de Itabana y desemboca en este lugar en el mar o laguna. Había una pesquería de los Guaycaries, de pocas casas, pero con gran cantidad de indios que habían llegado a comprar pescado...
Al llegar a la cumbre, vimos, de acuerdo con el aviso que nos habían dado los indios, todas las tierras desde Itabana para abajo cubiertas por el agua. Así que se podía creer lo que nos dijeron sobre que no utilizaban para ir hasta allí un camino por tierra. Con todo no pudimos darnos cuenta de sí este agua constituía un gran lago y laguna, pues estaba cubierta de niebla, como sucede ordinariamente en las regiones húmedas y pantanosas, sobre todo por la mañana temprano, como entonces; pero la tierra era bien poblada y llana.
Después de un cuarto de hora aproximadamente y cuando hube examinado todo lo que había que ver, volví donde estaba mi gente y vi al cacique de Itabana con muchos de los suyos armados y pintados, como lo hacen para ir a la guerra, cosa que nos alarmó...le hice preguntar por qué había venido. Me contesto que tenía una mujer un cuarto de milla río arriba y que había venido para visitarla. El resto de aquel día permanecimos con buena guarda....Vimos también reunirse una gran cantidad de indios en el pueblo hacia donde había ido el cacique, todos vestidos de la manera en que acostumbran ir a la guerra...
Los Guaycaries que habitaban el lugar donde nos encontrábamos abandonaron su pueblo con sus mujeres e hijos, llevando consigo todo lo que teñían allí, para reunirse con dicho cacique; lo cual tampoco era buen indicio. Pero tuvimos que soportarlo todo, ya que no nos encontrábamos con fuerza suficiente para impedirlo. Nos espanto un poco el gran numero de enemigos, especialmente en un lugar donde no veíamos ningún modo de conseguir ventaja. Por consiguiente, a media noche, lo más silenciosamente posible, hicimos pasar a la otra orilla a los cristianos que no sabían nadar en una pequeña barca de los indios, y los caballos a nado, de modo que atravesamos el agua con los caballos, tropa y equipaje, quedándonos en la orilla opuesta hasta el alba. Al amanecer emprendimos el camino de vuelta hacia el pueblo de Curahamara, donde yo había dejado el resto de mi gente.
Cuando el cacique y los suyos, que pensaban asaltarnos y desbaratarnos por la mañana, no nos encontraron en el pueblo donde nos habían dejado y nos vieron en la orilla opuesta del río, ocuparon un paso o camino en un lugar de la orilla por donde teníamos que pasar necesariamente, ocultándose a nuestro flanco cerca de mil quinientos indios que habían pasado el río a nado. Y cuando reanudamos la marcha sin sospechar la presencia de los que habían pasado el río y estaban de este lado, ocupándonos tan solo de los que veíamos en la orilla opuesta, empezaron a atacarnos de frente y por detrás, y el cacique, que estaba al otro lado del agua con cerca de siete mil indios, según nuestro calculo, comenzaron a disparar también contra nosotros.
Nos atacaron en medio de una gran gritería, y después de una larga escaramuza, en la que matamos a muchos de los que nos atacaron de flanco, empujamos el resto hacia el agua, haciendo mis arcabuceros no poco daño a los que huían por el río y a los que estaban con el cacique al otro lado de aquel. De pronto cesaron de tirar y comenzaron a huir tierra adentro, alejándose de la orilla. Esto nos hizo pensar que el cacique había sido alcanzado por uno de nuestros arcabuceros; pues éste es su modo: Cuando su señor o capitán es herido, acaba el juego y la tropa se desbanda. De los cristianos solo quedaron indemnes cuatro, y yo también recibí un flechazo en el hombro Fueron heridos gravemente dos caballos, de los cuales uno, por haber sido con flecha envenenada, murió rabiando al sexto día.
Cuando los indios, como he dicho, nos dejaron, nos apresuramos a alcanzar, lo antes que pudimos, una altura situada a media milla del río. Allí acampamos para vendar a los heridos y la misma tarde nos trasladamos a un pueblo o lugar que habíamos pasado a la ida y en donde no encontramos a nadie....Nos quedamos allí toda la noche y al amanecer incendiamos el pueblo, y lo mismo hicimos con todos los pueblos que atravesamos pertenecientes a este cacique. seguimos así con dificultad y trabajos, con las gentes y caballos heridos, mas parecidos a gitanos que agente de guerra.
A día y medio de camino del susodicho río Coahery donde empieza la nación de los Guaycaries, alcanzamos unos pueblos no sujetos al dominio del cacique de Itabana, y encontramos a los habitantes levantados en armas y con no menos orgullo que cuando los habíamos dejado. Por lo cual pasamos la noche en ningún pueblo, tomando durante el día las necesarias provisiones y acampando en campo abierto y en un lugar seguro. esto lo hicimos también para que no vieran como vendábamos a los hombres y a los caballos, ni supieran el daño que nos habían hecho, y también para que nuestros indios cargueros no se lo avisasen.
Así llegamos el cinco de febrero de dicho año treinta y uno por la mañana a un pueblo llamado Corahao, ... los encontramos provistos de armas y muy insolentes, y con ellos, acompañado por muchos de los suyos, al cacique de la nación Guaycaries a quien pertenencia la pesquería del río y que fue el primero con quien había pactado amistad; todo lo cual no era de mucho agrado para nosotros. Pero sin ponernos a pensar contra quien preparaban tal armamento, no nos quedamos allí, sino que pasamos adelante El cacique de los Guaycaries se vino conmigo acompañado de un capitán de Caraho, últimamente nombrado.
Mientras tanto los cristianos que había dejado en Curahamara al salir para Itabana también habían pasado el río y se habían instalado en la pesquería, a fin de tener menos falta de provisiones; pues este cacique de Curahamara no mantuvo su palabra, sino contra lo prometido se ausento de su pueblo, dejándolo desierto, por lo cual los cristianos no tuvieron posibilidad de rescatar y comprarles las necesaria provisiones. Así se habían visto obligados a trasladar su campamento a aquel lugar.
Al vernos venir desde lejos sintieron no poca alegría de nuestra llegada, pues los Guaycaries les habían demostrado mucho orgullo, y temían ser asaltados por ellos. tampoco habían querido darles, mediante pago o por medio de rescate, mantenimientos, provisiones o comida. Me contaron que durante todo aquel tiempo no habían dejado de estar sobre las armas. me lo hicieron saber todo esto por medio de uno que enviaron a caballo. Mande detener inmediatamente al cacique de la misma nación y dueños de ésta pesquería, así como al capitán, que iban conmigo como guías....dándoles tormento, para que dijeran cual era su intención al salir a nuestro encuentro armados para la guerra .... y como el cacique se dejo atormentar , sufriendo muchas torturas sin traicionarse ni confesar cosa alguna, le hice matar.....
Al llegar a la pesquería y campamento de los cristianos, encontré a unos ochocientos indios bien armados y listos para la guerra que esperaban a su cacique a quien había hecho matar.....entonces mientras los distaría con palabras, dispuse que los cercaran con los caballos y que los atacaran; pues estábamos en una hermosa llanura que no hubiera podido desearse mejor para este propósito. Matamos por sorpresa a unos quinientos, pues como estábamos conversando y tratando con ellos suavemente de la paz, no tenían ninguna sospecha de nosotros y no llegaron a hacer uso de sus armas. Rematamos a muchos en tierra, hasta que les hicimos huir. Los de a caballo daban en el grueso de la gente derribando a los que podían , y los de a pie los degollaban como a puercos.... Por ultimo trataron de esconderse entre la hierba y los vivos debajo de los muertos; Pero fueron encontrados y estrangulados muchos de ellos...... de mi gente solo fueron heridos cinco, pero ninguno con peligro de su vida, y también trece de los indios cargueros.
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Al otro día por la mañana llegue al pueblo de Curahamara, donde no encontré a nadie y el pueblo abandonado....Hice buscar al cacique de este lugar durante mucho tiempo, sin poder hallarlo. por esto seguí adelante cuatro millas, hasta llegar a otro lugar que también encontré yermo y despoblado,...Iba lentamente de un pueblo a otro, que encontrábamos todos yermos y despoblados, hasta llegar al pueblo de Cathary, donde habíamos estado antes y donde los habitantes nos recibieron muy bien...Allí nos quedamos dos días, para informarnos del otro camino que iba para la laguna y que atravesaba la nación de los Cuyones que; según nos dijeron, podríamos alcanzar sin dificultad... nos dieron noticias de un gran río llamado Temeri, que tenía una anchura de dos tiros de arco y era muy profundo...
El diez de febrero regrese nuevamente al pueblos de Hacarigua, donde antes había permanecido 15 días, y encontré a sus habitantes viviendo tranquilamente, tal como los había dejado, manifestando por nuestro regreso más alegría que aversión. Regale al cacique dos bonitas mujeres indias... Durante los dieciséis días que estuve en Hacarigua envíe algunas gentes a caballo y a pie a las montañosa de los Cuyones, con algunos indios que les habíamos capturado, para solicitar de esta forma su amistad. les ofrecí devolverles los prisioneros y les mandé avisar con algunos de ellos de la cantidad de gentes que habíamos destruido y matado en Itabana y durante todo el viaje, debido a que nos habían resistido y despreciado nuestra amistad, y como habíamos mantenido nuestra palabra y tratado bien a los que se nos rindieron pero todo esto no logro convencerlos ni hacerles olvidar el daño que habían recibido de nosotros. Cuantos caminos emprendimos para hacerlos amigos fueron inútiles; abandonaban sus pueblos, trasladándose de noche a las más salvajes montañas, a donde no se podía llegar ni montado en gatos y mucho menos en caballos. Tuve, pues, que renunciar a su amistad, a pesar de que hubiéramos querido ser aliados suyos, porque hasta entonces nuestro deseo era atravesar su territorio para llegar a la dicha laguna o lago. Pero cuando observé que continuaba o proseguía mi enfermedad y la de muchos de los míos, sin esperanza de mejoría, debido a la alimentación a la que no estábamos acostumbrados y a la falta de cualquier remedio o medicina para devolver la salud a un enfermo; decidí volver a la costa orilla del mar, sin atravesar la montaña ni andar el camino por donde habíamos venido, y desde allí dar aviso a Coro y pedir y exigirles lo que necesitábamos y nueva gente de refuerzo.
El veintisiete de febrero partimos de Hacarigua atravesando el territorio de la nación de los Cuybas donde ya habíamos estado la otra vez y encontramos algunos pueblos o aldeas habitadas y otros abandonados, ........... llegamos a un pueblo de la nación de los Cuybas que no conociamos aún, con intención de evitar el camino por Variquecemeto donde ya antes habíamos estado. No encontramos indio alguno en el lugar,..... no quisimos perseguirlos para no perder tiempo, aunque nos hubiera gustado castigarlos, y como aquel día no tuvimos guía para el camino, nos dirigimos a la provincia de Variquecemeto por los mismos pueblos o lugares que ya conociamos, donde encontramos a sus habitantes tal como los habíamos dejado y donde pernoctamos y acampamos aquella noche.
Al día siguiente, que era el primer día de marzo, partimos por un valle ......
(Dice Federmán página 122 casi al final de su escrito:
"En este viaje, como habéis oído, atravesamos las naciones de los Xideharas, Ayamanes y Xaguas, siguiendo setenta millas por la montaña, y desde allí, al llegar a la llanura, las de los Caquetíos, Cuybas y Guaycaries, hasta llegar al último pueblo o aldea tierra adentro, llamada Ytabana, cuya distancia calculamos en más de cincuenta millas el línea recta, situadas todas estas naciones hacia el Mar del Sur o Mediodía.....)
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